No se cuantas sesiones le hemos hecho a esta parejita, ya perdí la cuenta . Y las que nos quedan por hacerles.
Días antes habíamos realizado el reportaje de su boda, pero ellos deseaban que su sesión de novios fuera otro día en el que estuviesen más relajados. Y así fué, solo para ellos y con ellos.
Era uno de esos días calurosos de verano, que pese a ser las 6 de la tarde, el sol pegaba tan fuerte que te dejaba ciego y rozábamos los 30 grados, que me derretía al caminar. A pesar de ello, vemos aparecer a Héctor con su chaqueta y corbata, tal y como estuvo vestido en su boda; para mi eso es una gran muestra de amor, lo demás es tontería.
Rebeca, más aventurera y dispuesta a todo, se subía donde hiciera falta y ayudaba a Héctor con las piedras y con lo que se le pusiera en el camino. Entre risas y anécdotas nos olvidamos del tiempo, de la gente y demás. De vez en cuando Manu (hijo de ambos) se quería hacer sentir presente, quiso acompañar a sus papis, pero no quiso quitarles protagonismo. Se comportó como un campeón.
Al inicio estaba pensado que se meterían los dos al mar para hacer unas cuantas fotos, pero como el tiempo cambió tan bruscamente y el agua del cantábrico es tan fría, creíamos que ya no lo harían. Pero a ella poco le importó, quería mojarse y no sólo los pies, y bien que disfrutó.
En resumidas, fué una sesión de post boda donde se sintió amor, cariño, calor y frío.
¡¡Parejita nos vemos en la siguiente sesión!!